DEVI DHYANI O LILIANA SANGUINETI y LA TRADICIÓN MILENARIA DE LA INDIA
Curriculum Devi Dhyani
DEVI DHYANI O LILIANA SANGUINETI y LA TRADICIÓN MILENARIA DE LA INDIA
HÉCTOR ROBERTO PARUZZO
ENTREVISTA CON HÉCTOR ROBERTO PARUZZO
Liliana Sanguineti, Nombre Espiritual Devi Dhyani, 44 años, nacida en Rosario, abogada, profesora de yoga, de danzas y de terapias alternativas, instructora de Meditación Trascendental, y por sobre todo bailarina de danzas hindúes. Actualmente reside en Inglaterra (en el sur, en la ciudad de Falmouth, provincia de Cornwal, a orillas del río Fal) *, desde donde viaja periódicamente a la India, país al que siente y ama entrañablemente. En una breve estadía en Rosario, a fines del 93, le realicé la siguiente entrevista.
H.R.P.: ¿Cómo y cuándo surgió tu admiración por la milenaria cultura Hindú?
L.S.: Yo creo que desde antes de nacer. Digo eso porque a lo largo de mis viajes en India, pude entender inclinaciones y costumbres que tenía desde que era niña, y que coincidían con muchos hábitos de ese país.
H.R.P.: ¿Pero en qué momento puntual se despertó esa vocación preexistente?
L.S: A través de la lectura de libros orientales. Y recuerdo haber empezada con los Lobsang Rampa, aunque después continué con otros libros más serios: “Autobiografía de un yogui” de P. Yogananda, “La vida de Ramakrischna” de R. Rolland, etc.
H.R.P.: ¿Y con respecto a la danza?
L.S.: Fui a presenciar el espectáculo de una bailarina de danzas clásicas de la India, Mirta Barvié, que era argentina de origen. Eso fue por el año 68. Me subyugó lo que le vi hacer y empecé a jugar por mi propia cuenta la música de Ravi Shankar del Festival de Woodstock, haciendo improvisaciones. Debo aclarar que yo venía practicando danzas desde los 4 años. Danzas españolas y después clásicas, a partir de los 10 años. Aunque para el 66 había dejado la danza, dedicándome al estudio de la abogacía.
H.R.P.: ¿Y qué te llevó a ese estudio?
L.S.: Mi amor por la justicia. Quería ser jueza. Posteriormente decidí acabar solamente la carrera de abogacía, que ejercí intermitentemente. Volviendo al tema danza: aparte del deslumbramiento que me produjo el contacto con las danzas hindúes a través de Mirta Barvié, coincidió con la venida a Rosario de María Fux, la que me introdujo en el hermoso y vasto campo de las danzas libres o espontáneas. Fue muy importante, ya que me permitió recrear libremente las danzas hindúes y tratarlas en una forma más bien personal, digamos más interiormente y desde esas raíces subyacentes de que hablé al principio. Paralelamente, y como no podía ser de otro modo, empecé a practicar Yoga y todo lo que atañe a su filosofía. Y dicha práctica me dio una visión diferente del trabajo del cuerpo, desde una perspectiva de placer y relajación. El aprender a respirar de acuerdo a la técnica yoga me dio una noción de la energía y me produjo un cambio de actitud frente al mundo, desde un pesimismo a un optimismo vital a través de la energía por el Pranayama. En el 72, recibí también iniciación en Meditación Trascendental y que marcó enormes cambios en mi vida, pero antes de eso fue un libro de Krischnamurthi que me shokeó profundamente y me liberó del intelectualismo libresco, llevándome por la lado de la experiencia y la práctica.
H.R.P.: ¿Cuándo pudiste realizar el ansiado viaje a la India?
L.S.: Viajé el 22 de mayo de 1989 con una recomendación de la Embajada de la India para ir a estudiar danzas en la escuela de Kalakshetra (que significa Lugar de Arte) y con alguna ayuda del Fondo Nacional de las Artes. Primeramente estuve diez días en el ashram de Satya Sai-Baba en Puthaparti cerca de la ciudad de Bangalore, y que me sirvió para aclimatarme y conocer, además, al Maestro y recibir sus bendiciones. Después continué viaje a Madrás. Viajaba sola, y a pesar de que me habían prevenido de posibles peligros de viajar de esa manera, nunca tuve absolutamente ningún problema, sino todo lo contrario, me sentí como en mi casa, recibiendo ayuda de muchísimas personas, y percibiendo lo simpáticos que son lo hindúes.
En Madrás me aloje en la escuela de Kalakshetra, en donde tenía planeado estar 6 meses para aprender en un modo un tanto informal las técnicas de las danzas, ya que el aprendizaje (título incluido) lleva cuatro años. Hay que aclarar que la disciplina es estricta y el clima es caliente, por lo que hice una dieta severa de banana y yogurt a la mañana, y a la noche papas hervidas, lo que me dio todo lo que mi cuerpo necesitaba en vitaminas y me mantuvo fuerte para seguir el entrenamiento. Sólo tuve un problema, cuando fui invitada a visitar a una familia que comía carne y me convidaron con ensalada, cosa que no pude rechazar, ya que sabía lo dañosa que es comer ensalada a causa del agua. Como consecuencia tuve fiebre varios días.
Los otros cinco meses que estuve en India los dediqué a recorrer ashrams, pero ahora con la amable compañía de un inglés que había conocido en el ínterin.
Con Satchidanand tuve oportunidad de conocer a Satchitananda, de Yogaville, Virginia, en EEUU; un maestro con el que tuve un contacto directo y personal ya que con los otros siempre fue a distancia. De esa recorrida por los ashrams quiero destacar especialmente lo que me ocurrió en el ashram de Ramana Maharsi, donde después de intensas prácticas de respiración, posturas y meditación me conecté con mi Yo Superior, y que fue una experiencia muy viva e importante en mis avances espirituales.
Después de esos 11 meses volví a la Argentina y a Rosario por dos meses, y luego me fui a EEUU donde me encontré de nuevo con Graham en el ashram de Satchitananda. Allí hicimos un curso de profesorado de yoga. Luego dejamos Norteamérica y nos fuimos a Inglaterra. Al principio vivimos en casa de los padres de Graham, en el norte, hasta que fijamos nuestra residencia actual en Falmouth. Desde allí hacemos viajes a India cada seis meses, llevando grupos de personas para visitar ashrams y maestros. En el norte, el ashram de Sivananda o Vrindavan, la ciudad de Krishna. Me olvidé decir que en mi primer viaje, y por una coincidencia, estuvimos con Satchidanand en el ashram de Osho, en Puna, lo que fue una suerte, ya que tres días después dejaba su cuerpo, el 19 de enero de 1990.
* Se entiende que en la fecha en que se realizó la nota.
Esta nota apareció primeramente en el mensuario Nuevo Rumbo Nº 103, dic. 1993, y luego, con un apéndice sobre la salud, en la revista “Vida Sana” Nº 70. de Santa Fe, marzo de 1994. Posteriormente recopilada en “20 Perfiles Biográficos Rosarinos” que se editó en “Obras Breves a Todo Rosario” por “Cuadernos de divulgación” en 2001 y que tienen el aval de La Municipalidad de Rosario.
por HÉCTOR ROBERTO PARUZZO (Rosario – Argentina)
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